No haces pie

Hasta los treinta años
duermes montado en tu astronauta
de tres violines,
pero una tarde cualquiera
se te rompe la punta del lápiz
y no haces pie en el centro del lago.

No haces pie en el centro del lago,
y a veces te vienen ganas
de arrojarte a las piedras con todas sus lascas,
de estrellarte contra los escaparates
para que te maten los maniquíes,
de lanzarte a trescientos coches por hora
contra los neones que anuncian
la felicidad de las nueve y media,
porque
ya es tarde para volver al niño
(no hay niño si te buscas niño),
ya es tarde para volver al loco
(no hay loco si te buscas loco),
porque
se rompió la punta del lápiz
y ya no haces pie
en el centro del lago.
 

junio 2008